Lo que viene siendo el peor escenario posible
Quiero relatar una de las experiencias que más me hicieron reír el año pasado. Debido a que quiero proteger la identidad los participantes me referiré a ellos con los nombres claves de se están utilizando en algunas de las crónicas que puedes encontrar en ministeriodelabuenaonda.blogspot.com.
Aproximadamente a las 12 del día del día 12 de diciembre, el cumpleaños de la morenita de México, me encontraba chateando con “El Flaco” y le pregunte si se iba a armar algo por la tarde, ya que sabía que Zombie estaba de vacaciones. Quedamos en ir a “echar bola”, expresión que describe el acto de ir un driving range de golf y practicar algunos tiros, actividad que en lo personal disfruto mucho, ya que me relaja y permite una sana convivencia con los cuates.
Pues bien, Zombie y El Flaco pasaron por mí a mi oficina y nos dirigimos al lugar, El Flaco estaba emocionado por su primera incursión en el deporte del golf. Como es costumbre pagamos 3 cubetas de pelotas y pedimos que dos lugares en la planta baja (usualmente poco concurrido).
Una vez instalados hicimos algunos ejercicios de calentamiento para prevenir algún “torzón” y Zombie y su servidor procedimos a transmitirle al Flaco los pocos conocimientos de la técnica para pegarle a la pelota, conocimientos adquiridos vía televisión, viendo personas que si saben pegarle bien y pequeños ajustes (mañas) que hemos realizado.
El Flaco saco el driver (bastón más grande, utilizado para lograr la mayor distancia) y nos dijo “yo le quiero pegar con este”, a lo que Zombie y yo nos negamos y le aconsejamos que primero tratara con un hierro, ya que es más sencillo.
Yo le enseñe el “grip” (lo que viene siendo la forma debe tomar el bastón) y el stand (la forma de pararse frente a la pelota), Zombie le dio algunos consejos para lograr una mayor distancia y como ejemplo golpeo dos pelotas.
Pues bien el Flaco, lleno de confianza por sus conocimientos del béisbol y tenis se dirigió a mí y muy seguro de sí mismo (con el pecho hinchado) me dijo “mi Mac, la voy a mandar hasta la red”, (cabe la pena aclarar que la red a la que se refiere el Flaco se encuentra a 125 yardas de distancia) a lo que respondí serenamente: ¿por qué no haces dos swings de práctica? El Flaco siguió mi consejo, se paro frente a la diminuta pelota, hizo un buen back swing y después bajo en forma un poco lenta para después hacer el swing completo, se veía bien, un poco tenso como cualquiera que hace eso por primera vez.
Ya con dos swings de práctica a cuestas, le dije al Flaco “ponle bola”, expresión que utilizamos Zombie y yo para decir “deja de mamasear y pégale a la pelota”, el Flaco coloca una pelota hace un mal back swing ya que levanta un poco las piernas, pierde de vista la pelota (seguro quería ver en que dirección salía la pelota y si alcanzaba la red) y abanica. Seguro tu estarás pensando, “este guey q es escribe es máaaaas mameeert, como si nunca la hubiera pasado, abanicar una pelota, no pasa nada”, efectivamente no tiene nada de malo abanicar una pelota, a todo mundo le ha pasado, pegarle a la pelota de golf es bastante difícil (contrariamente a lo que piensa el vulgo), lo sobresaliente en este caso es que en cuestión de un segundo y después de abanicar la pelota, El Flaco continua con el swing normal, de pronto mi ojos registran un objeto en movimiento, al principio no podía distinguir muy bien que era, debido a que no ya había anochecido, recuerdo que en mi cabeza escuche mi propia voz (con tono del personaje de los polivoces, el que decía “muchachito garrison” y del cual no recuerdo su nombre) la siguiente pregunta “¿ah chinga, que se mueve? si no le pegó a la pelota”, acto seguido me doy cuenta que lo se movía era el hierro número nueve que se le había escapado de las manos y volaba por los aires en con rumbo noroeste, se los juro por la virgencita y en su mero día, me cae, loco, loco, loco.
En cuestión de segundos me pongo de pie y doy un paso para ver el lugar de aterrizaje del bastón, en cuanto toca tierra El Flaco hace varios ademanes que no recuerdo bien, Zombie me mira fijamente y después de tal vez dos segundos de vernos las estupefactas jetas nos dejamos llevar por la indescriptible sensación de muchas carcajadas. El Flaco nos miraba apenado e inmediatamente nos pregunto ¿qué haríamos para recuperar el bastón?, cosa que no importaba demasiado en ese momento, ya que Zombie y yo seguíamos recreando la escena y riendo.
Y si, lo que le paso al Flaco es el peor escenario posible, ir a jugar golf por primera vez y que se te salga el bastón de las manos, lo cual no es tan grave como que te agarren como al tigre de santa julia.
Quiero relatar una de las experiencias que más me hicieron reír el año pasado. Debido a que quiero proteger la identidad los participantes me referiré a ellos con los nombres claves de se están utilizando en algunas de las crónicas que puedes encontrar en ministeriodelabuenaonda.blogspot.com.
Aproximadamente a las 12 del día del día 12 de diciembre, el cumpleaños de la morenita de México, me encontraba chateando con “El Flaco” y le pregunte si se iba a armar algo por la tarde, ya que sabía que Zombie estaba de vacaciones. Quedamos en ir a “echar bola”, expresión que describe el acto de ir un driving range de golf y practicar algunos tiros, actividad que en lo personal disfruto mucho, ya que me relaja y permite una sana convivencia con los cuates.
Pues bien, Zombie y El Flaco pasaron por mí a mi oficina y nos dirigimos al lugar, El Flaco estaba emocionado por su primera incursión en el deporte del golf. Como es costumbre pagamos 3 cubetas de pelotas y pedimos que dos lugares en la planta baja (usualmente poco concurrido).
Una vez instalados hicimos algunos ejercicios de calentamiento para prevenir algún “torzón” y Zombie y su servidor procedimos a transmitirle al Flaco los pocos conocimientos de la técnica para pegarle a la pelota, conocimientos adquiridos vía televisión, viendo personas que si saben pegarle bien y pequeños ajustes (mañas) que hemos realizado.
El Flaco saco el driver (bastón más grande, utilizado para lograr la mayor distancia) y nos dijo “yo le quiero pegar con este”, a lo que Zombie y yo nos negamos y le aconsejamos que primero tratara con un hierro, ya que es más sencillo.
Yo le enseñe el “grip” (lo que viene siendo la forma debe tomar el bastón) y el stand (la forma de pararse frente a la pelota), Zombie le dio algunos consejos para lograr una mayor distancia y como ejemplo golpeo dos pelotas.
Pues bien el Flaco, lleno de confianza por sus conocimientos del béisbol y tenis se dirigió a mí y muy seguro de sí mismo (con el pecho hinchado) me dijo “mi Mac, la voy a mandar hasta la red”, (cabe la pena aclarar que la red a la que se refiere el Flaco se encuentra a 125 yardas de distancia) a lo que respondí serenamente: ¿por qué no haces dos swings de práctica? El Flaco siguió mi consejo, se paro frente a la diminuta pelota, hizo un buen back swing y después bajo en forma un poco lenta para después hacer el swing completo, se veía bien, un poco tenso como cualquiera que hace eso por primera vez.
Ya con dos swings de práctica a cuestas, le dije al Flaco “ponle bola”, expresión que utilizamos Zombie y yo para decir “deja de mamasear y pégale a la pelota”, el Flaco coloca una pelota hace un mal back swing ya que levanta un poco las piernas, pierde de vista la pelota (seguro quería ver en que dirección salía la pelota y si alcanzaba la red) y abanica. Seguro tu estarás pensando, “este guey q es escribe es máaaaas mameeert, como si nunca la hubiera pasado, abanicar una pelota, no pasa nada”, efectivamente no tiene nada de malo abanicar una pelota, a todo mundo le ha pasado, pegarle a la pelota de golf es bastante difícil (contrariamente a lo que piensa el vulgo), lo sobresaliente en este caso es que en cuestión de un segundo y después de abanicar la pelota, El Flaco continua con el swing normal, de pronto mi ojos registran un objeto en movimiento, al principio no podía distinguir muy bien que era, debido a que no ya había anochecido, recuerdo que en mi cabeza escuche mi propia voz (con tono del personaje de los polivoces, el que decía “muchachito garrison” y del cual no recuerdo su nombre) la siguiente pregunta “¿ah chinga, que se mueve? si no le pegó a la pelota”, acto seguido me doy cuenta que lo se movía era el hierro número nueve que se le había escapado de las manos y volaba por los aires en con rumbo noroeste, se los juro por la virgencita y en su mero día, me cae, loco, loco, loco.
En cuestión de segundos me pongo de pie y doy un paso para ver el lugar de aterrizaje del bastón, en cuanto toca tierra El Flaco hace varios ademanes que no recuerdo bien, Zombie me mira fijamente y después de tal vez dos segundos de vernos las estupefactas jetas nos dejamos llevar por la indescriptible sensación de muchas carcajadas. El Flaco nos miraba apenado e inmediatamente nos pregunto ¿qué haríamos para recuperar el bastón?, cosa que no importaba demasiado en ese momento, ya que Zombie y yo seguíamos recreando la escena y riendo.
Y si, lo que le paso al Flaco es el peor escenario posible, ir a jugar golf por primera vez y que se te salga el bastón de las manos, lo cual no es tan grave como que te agarren como al tigre de santa julia.
2 comentarios:
Pobre wey ese Flaco.
priceless! creo tener perfectamente bien ubicados a cada uno de los personajes del relato. De plano mejor no, eh?
Publicar un comentario